Llegué hace un par de días desde Quebec, Canadá. Dejé mis botas, el frío y la nieve grisácea del principio de la primavera para vivir esta experiencia. Todo es tan nuevo aún y ya tan estimulante: el barrio de Grácia, la casa antigua y sus vitrales, el patio con mesitas de mosaico, las dos autoras de Rusia y de India con las que convivo por el momento.
Soy Lucía Flores, nací en Uruguay y vivo en Canadá desde hace muchos años. He publicado casi diez libros de literatura infantil y ahora estoy escribiendo una novela para adultos. Haber llegado aquí fue una hazaña, los artistas me comprenderán: formularios, pedidos de subvenciones, llamadas, mensajes, listas interminables de cosas que hacer y decidir.
El resultado es maravilloso, estoy aquí y es lo que cuenta.
Mi estudio da a la calle d’Astúries. Cuando escribo un par de páginas, me asomo al balcón y veo la calle, la gente, la vida de este barrio que fue un pueblo en otra época. Escribir, admirar, pensar, caminar, asistir a eventos, establecer contactos con editores, conocer gente interesante. Es mi “trabajo” en este mes de abril. Algo parecido a la felicidad.
Mireia es la mejor embajadora de Barcelona, tan dinámica y efervescente como su ciudad. Su energía es contagiosa, ya he escrito un montón de páginas, y cuando es tiempo de hacer otra cosa, salgo a caminar durante horas.
Esta ciudad es mágica y la primavera empieza a desplegar sus alas. Qué bueno es estar aquí.